
Diario de un preñado exilio. Día 68.
Cuando tienes tiempo de pensarlo realmente, las cosas que se aman de verdad, son bien pocas. Y son, en realidad, fáciles de amar. Como el ver nacer una nueva hoja en una planta que se ha cuidado mucho tiempo, o
Cuando tienes tiempo de pensarlo realmente, las cosas que se aman de verdad, son bien pocas. Y son, en realidad, fáciles de amar. Como el ver nacer una nueva hoja en una planta que se ha cuidado mucho tiempo, o
Porque no hay nada que hacer más que esperar, y todo lo demás que se hace en el día y en la vida, que es tanto. Mientras pasa el tiempo siempre tan lejos de nosotros e igual llevándonos a rastras.
Y sí, estoy bien, aunque me recuerdo que también se vale no estarlo, como lo estamos tantos. Es entonces que me permito estar triste por los cambios y las pérdidas sufridas en el corto tiempo; por la incertidumbre de no
Y comienzo desde ese punto, porque pude reconocer el rayo de sol que pega por las mañanas en el patio de atrás de la casa que amablemente nos han prestado y seguirlo por todos los rincones y cuartos hasta que
Hoy hace seis años que llegué a Japón y aunque ha pasado tanto tiempo y nada es en el mundo lo que era, al ver las fotos del sitio en el que amablemente Walter me dio asilo, siento que puedo
Yo siempre le he tenido un poco de miedo a la gente; hasta ahora lo acepto. No a las personas; ellas por lo general me enternecen porque con un poco de tiempo siempre queda al descubierto esa grieta por la
Nada es lo que parece, no lo son sus pláticas ni lo que promete querer. Porque ella ha decidido que nada le esta permitido y pasa el día siendo su propio juez. Puede, cada vez más, escuchar una voz atrás
Casi todo lo que he querido en esta vida se me ha dado. Y ese casi ha sido y sigue siendo más que suficiente. Y siguiendo con la dicha, el primero no pude abrazar a mis papás, a mi hermano,
No llegué a la clase de yoga por quedarme en cama, revolviéndome, intentando estirar el sueño hasta los confines mismos de la vigilia. Viéndote como si fueras la única persona en el mundo; en ese desearte adolescente, como si al
Nunca voy a acabar de despedirme, pensé mientras tristeaba abrazada a mamá en la bahía del aeropuerto. Y como el llanto público, incomoda tanto, el chico que me ayudó con las maletas se limitó a acompañarme hasta el mostrador sin
Acknowledgement of Country
I pay my respects to the Traditional Owners of the land and waterways, as well as their elders, past, present, and future. I acknowledge that the land in which I now live, grow, dance, and mother, always was, and always will be, Aboriginal land.
I extend this respect to all Indigenous peoples of this continent and world, recognising their cultures as the oldest continuous living cultures in human history. I recognise the deep and enduring spiritual connections and relationship Aboriginal and Torres Strait Islander people have with community, as well as the lands, oceans, waterways, air, and sky. I recognise that violence and suffering are an inextricable part of this world’s colonial past and – whether its colonial violence or not – that past still impacts to this day.
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