Bali

Nyepi, el día del silencio en la isla de Bali

Son alrededor de las ocho de la mañana; lo sé por el canto de las chicharras que está en su máximo esplendor. Me pregunto, ¿por qué no amanecen ellas más temprano?, como los pájaros, como yo.

Si alguien me hubiera dicho, a mis catorce o quince años, que ésta iba a ser mi vida a los treinta y tantos, jamás le hubiera creído. A veces se tiene cierto convencimiento -quizá ilusorio- de que las cosas saldrán bien, o de que se será feliz, porque al contrario de lo que se cree, la felicidad es algo que se trabaja y es casi completamente independiente de lo que se tiene o de lo que se logra en la vida. La felicidad muta, así como las cosas que nos dan placer; no tanto nuestro sentido interno de la dicha. Y aún así, segura de mi capacidad de buscar y crear la felicidad, aquí no me hubiera imaginado jamás. Ya había cumplido veinte tantos y todavía no sabía en dónde estaba Indonesia en un mapa.

Este país, lo entiendo ahora, es un gigante “dormido”; un archipiélago enorme, de más de diecisiete mil islas, con una gran población y una complejidad de más de trescientas culturas e idiomas oficiales. Es un monstruo benevolente, misterioso, tan lejano y a la vez familiar para quienes tenemos raíces latinas. Y yo, que llevo seis años volviendo, apenas he podido conocer un poquito; la nariz del iceberg… Estando aquí, puedo decir que Bali, una de sus islas, no es sólo una pieza más en el rompecabezas; es un rompecabezas entero, en tercera dimensión, de diez mil piezas. Bali es un universo. Un mundo dentro de otro mundo; como quizá lo es todo en esta vida.  

Pero este artículo no es sobre esta isla, no en general. Sobre ella he escrito ya bastante, aunque entiendo que nada de lo dicho será nunca suficiente; como pasa tanto con las palabras.

Esta vez he tenido la oportunidad, después de seis años, de pasar aquí mi primer Nyepi, el año nuevo o “día del silencio” balinés. Un día que se conmemora cada año nuevo del calendario balinés Saka. En Bali, tanto la vida pública como la privada giran en torno a dos calendarios: El calendario Pawukon que tiene 210 días y se utiliza sólo en el hinduismo balinés y el calendario Saka, que a diferencia del Pawukon está basado en las fases de la luna y es aproximadamente de la misma longitud del calendario gregoriano.

Esto no sólo suena complicado si no que lo es, al punto de que la mayoría de los balineses deben recurrir a un calendario impreso que se distribuye anualmente y que incluye ambos calendarios, que en realidad no están sincronizados, y para tranquilidad de todos este no es el momento de comprender a fondo.

El calendario lunisolar balinés Saka comienza cada Nyepi.

¿Qué es Nyepi?

qué es nyepi

Nyepi es el año nuevo en la cultura balinesa; una cultura y religión -ambas cosas están bastante conectadas aquí- que a diferencia de lo que muchos creen no es puramente hinduista, sino que ha ido evolucionando hasta convertirse en una interesantísima mezcla entre hinduismo, animismo local, veneración a los muertos, Pitru Paksha (calendario lunar hinduista que venera a los ancestros) y reverencia por santos budistas o Bodhisattvas. Por todo lo anterior, la religión -y se podría decir que la cultura- que predomina en Bali es el hinduismo Balinés o Agama Hindu Dharma, lo cual engloba un millón de cosas que no comprendo, aprecio y agradezco; pero que también estoy segura no comprenderé jamás al cien por ciento por más que lo estudie; porque no he nacido aquí, porque aunque lo intento todos los días, no hablo su idioma y porque las mayores prácticas sociales, culturales y espirituales se maman y yo, aunque adoro a esta tierra como jamás podría haberlo imaginado, soy más mexicana que los Tlacoyos… tanto que sólo pensar en ellos me hace salivar y extrañar mi casa. Por casa, me refiero a la extensión completa que es México; gente, idioma, música, climas y humor.

Las vísperas del año nuevo balinés y los rituales que lo preceden

Nyepi preparations

Las celebraciones de Nyepi inician varios días antes, pero el ambiente en realidad puede sentirse desde febrero, cuando se comienza a ver por las calles y en los banjares, o casas municipales, a la gente organizada para dar inicio a la construcción de los Ogoh-Ogoh: ogros, monstruos y figuras mitológicas tomadas principalmente de cuentos del Ramayana, Mahabharata y Bhagavad Gita que bailarán por las calle en un desfile llamado Pengrupukan, y que se lleva a cabo la noche anterior al día del silencio.  

A lo largo de los días que preceden el gran evento, la cuidadosa construcción y creación de los Ogoh-Ogoh avanza lento pero constante como una prueba irrefutable de la camaradería y el sentido de comunidad que rige y ha preservado esta isla. Estructuras enormes creadas a mano con papel maché, bambú, telas, hule espuma, se erigen como un testimonio de habilidad y tradiciones milenarias y se preparan para su expulsión del mundo.

Los rituales que preceden al desfile de los Ogoh-Ogoh

balinese offerings

El primer ritual, Melasti, se lleva acabo algunos días antes y está dedicado a Acintya: el Dios supremo del hinduismo indonesio. Las ceremonias se desarrollas en los templos del agua o Pura Segal y son rituales de purificación destinados a limpiar objetos sagrados, como la pralingga o pratima, pero sobre todo a liberaral mundo del karma negativo a través del acto simbólico de obtener Tirta Amerta; “el agua de vida” que viene del mar y de los lagos.

El segundo ritual, Bhutayajna, se realiza para eliminar elementos negativos y restaurar el equilibrio entre Dios, el ser humano y la naturaleza. Durante este ritual, se coloca comida en el suelo, templos, casas, etc. para todas las criaturas pequeñas y grandes, así como para todos los seres visibles y no visibles que pueblan el mundo.

Pengrupukan, el día del desfile

Ogoh Ogoh

El día del desfile todo está en calma, preparándose para la gran fiesta. Los negocios han cerrado y los jóvenes trabajan dando los últimos toques a sus Ogoh-Ogoh; especie de alebrijes, que con la puesta del sol saldrán por las calles de cada banjar, en una procesión liderada por la estruendosa y maravillosa música del gamelan, que irá purificando el espacio.

Al llegar la noche comienza el Pengrupukan; la última parte de la limpia destinada a expulsar a todos los demonios de la isla con un pandemonio que nace en las casas municipales y se creé atraerá a los espíritus, quienes vendrán por las ofrendas y la comida expuesta en las calles. Durante este ritual, es que los Ogoh-Ogoh, metáforas de los espíritus malignos, son finalmente transportados a su destino final, mientras combaten y son mareados por los cientos de niños y jóvenes que los llevan en hombros sobre estructuras cuadriculadas de bambú.

Los espíritus malignos, quienes por lo general se congregan en las entrecalles, bailan y giran sin parar, para que después, confundidos, no logren encontrar el camino de regreso a la isla.

Al terminar el desfile, la mayoría de las estatuas y estructuras serán quemadas en los cementerios para así destruir sus poderes maléficos.

En Bali, todo lo que pertenece a las ceremonias y ofrendas, pierde su valor después de ser ofrecido. No es lo material lo que importa, sino la carga espiritual que esto conlleva, el sentido, lo que se pido o por lo general, agradece. Si algo he aprendido en este país, es a dejar ir. A que nada permanece. A que lo más valioso está siempre en la intención, en lo que no es materia, en el cambio.

El desfile se da en los centros principales de las ciudades más turísticas, pero también en los campos de futbol y en las calles de los pueblos más pequeños; hay estatuas de diez metros de alto  y algunas se contonean en su metro de altura cargadas por niños de menos de siete años. Y es viéndolos, que yo confirmo que la cultura es algo que no se puede aprender de adulto; es algo que se trae dentro porque nos permea desde el momento que estamos en el vientre de nuestra madre, quien, a su vez y a su modo, nos va dando parte de ella.

El día después de la quema; el día del silencio: Nyepi

Nyepi, al contrario de cualquier otro año nuevo, es un día de absoluto silencio en el que Bali se ve inmerso en una meditación que comienza a las seis de la mañana y termina hasta que sale el siguiente sol.

A la media noche, después del desfile, todo se ha terminado y la isla desciende en un profundo silencio. Un silencio elegido, pero también impuesto. Nyepi, es un día de ayuno y meditación para la mayoría de los balineses. Desde las 6 a.m. hasta las 6 a.m de la mañana siguiente el día es de reflexión, y todo lo que pudiera interferir con ese propósito está restringido.

Después de haber recorrido sus calles atestadas de motocicletas, es difícil de creer que esto pase, pero durante estas horas, nadie sale ni puede salir a la calle. No hay coches, motocicletas, televisión, internet (gracias a todos los Dioses), cocinas, trabajo, entretenimiento. Inentendible para nuestro mundo, el aeropuerto cierra sus puertas por veinticuatro horas y todas las empresas de comunicaciones cortan los teléfonos y el internet. Las personas, turistas y locales, deben de quedarse en casa y sólo los vigilantes “pecalang” pueden rondar por las calles cuidando que nadie más se aventure fuera de su hotel o vivienda.

Los rituales del día de Nyepi son: Amati Geni, no fuego ni luz, incluyendo electricidad; Amati Karya,  no trabajo; Amati Lelunganan, no viaje ni transporte; Amati Lelanguan, no entretenimiento; y por último Yoga o Brata que es la meditación y el silencio que se contempla por veinticuatro horas.

Durante este día, la calma en las calles es tanta, que si tienes un balcón hacia una calle turística, puedes observar a los perros desconcertados caminando de lado a lado en espera de alguna catástrofe.

La isla descansa y casi te permite sentir la vida que fluye. Hay una paz que es difícil de creer y reconocer en este mundo de prisas. La lluvia cae; todo el día en este caso, y yo me siento a verla caer, porque no tengo nada más que hacer. Estoy alegre. Es la segunda vez en mi vida que puedo sentir que tengo tiempo; que aún tengo mucho por aprender, que no hay prisa. Es la primera vez en mi vida, después de venir aquí por siete años, que me toca vivirlo.

Muchos dirían que no hay nada que vivir, no hay nada que hacer, pero aún así éste es ahora uno de mis días favoritos en todo el año.

En la noche no se prenden las luces, porque el silencio y la oscuridad de Nyepi es también para que los demonios se olviden de este sitio, para que crean que todos los habitantes lo han abandonado y así se vayan ellos también sin encontrar nunca su camino de vuelta. Por eso, después de la calma y del abandono, podemos comenzar un año nuevo, limpio. De cero.

Yo, me descubro anhelando que no terminé, que mañana sea igual. Deseo exportar esta fecha a todo el mundo, llevarla a casa, con mi familia, con mis amigos y a toda la gente que alguna vez he querido. Por que hace bien. Porque nos hemos olvidado del poder medicinal que tiene apagarlo todo y ver caer la lluvia; un día completo.

Nyepi Day

Al día siguiente, amanezco de nuevo antes que las chicharras, estoy alegre y me gustaría que hoy tampoco hubiera ruido en el mundo. Sin embargo, faltan dos rituales que se deben practicar. Y así, para terminar de enamorar se estas fechas, se comienza el Ngembak Agni o Labuh Bratael día en que todos los hindús se reúnen con familiares y vecinos, después de haber pasado un día completo en contemplación, para perdonarse y dejar ir todos los resentimientos o asuntos pendientes del año.

Ese me parece el mejor momento de recomenzar. El Dharjma Shanti es el último ritual que se practica y da cierre a todos los demás rituales alrededor de Nyepi.

Hoy vimos el amanecer juntos. Fue lento y escondido atrás de las nubes. Ahora el día completo está iluminado y aunque no ha comenzado del todo, presiento que llevará otro ritmo. Nyepi es como un regalo, como el retorno de uno de los trescientos sesenta y cinco días del año hacia la pausa. No pasa más que lo que siempre está pasando y no podemos ver debido a la prisa. Ayer pude sentir que tenía tiempo; que el día y la vida es ancha y aún queda tanto por aprender y sentir.

Con mucho cariño, Eda Sofía

P.D: El próximo año, Nyepi comenzará a las seis de la mañana el miércoles veinticinco de marzo y terminará a las seis de la mañana el jueves veintiséis. Actualmente, este día es considerado como una de las mejores propuestas para crear consciencia y ayudar al cambio climático.

Artículo escrito para Hotbook

Todas las fotos son mías a excepción de la primera que es de Ruben Hutabarat

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