Hay pudor en quien se desnuda de golpe y no puede nombrar su oscuridad.
Quiero hablarte del pudor que me cubre cuando me desnudo de pronto, a destajo y sin miedo aparente, frente a ti. Cierro los ojos para recordar. Estoy desnuda como me he visto ya cientos de veces ante el espejo, unas con más aprobación que otras. Hay días en que sonrío y me contoneo buscando la cadencia que invocan las curvas de mi cuerpo. Otros, la gran mayoría, me observo seriamente antes de comenzar un completo escrutinio plagado de juicios; tomo entre mis dedos los pliegues de mi carne y con un dejo de disgusto y un movimiento de cabeza, me niego. Desvío de mí misma la mirada.
Ahora estoy de nuevo desnuda frente a ti como lo he imaginado cada noche. También las noches en las que te tengo; especialmente en esas. Creyendo que no te das cuenta, hago un veloz repaso de mi cuerpo para asegurarme de que éste se encuentre en su mejor presentación: hondonadas y valles. Sola me he quitado la ropa, en orden y por partes. Estoy desnuda, estás conmigo, sonrío. Entiendo que por instantes, pareciera moverme con confianza de anguila, pero tengo que decirte, Tengo miedo.
Existe en mí, un recato infundado más que innato, de ser observada. Poseo un resguardo personal. Ese, este, tremendo maldito juicio. Y deseo con todas mis fuerzas escucharte decir, Te veo. Deseo, poder verme a través de tus ojos y descubrir ¿cuál es el cuerpo que tú recorres por instantes, tan tuyo? Como tu piel, que sin nunca saberlo de cierto, entiendes por la manera en que te descubro y observo, que quiero; de punta a punta.
Acojo tu cuerpo porque una pulsión ajena y más fuerte que mi voluntad, encuentra en él, mi risa de la infancia. El misterio: una oscura y deliciosa ternura.
Y es en estos momentos, antes de cobijarme entre tus piernas, que siento recato. No en estas mis palabras ni con mi cuerpo completamente expuesto en una explanada, en una plaza abierta al sol: No. Es en estos momentos ¡qué vergüenza decirlo! cuando pido a gritos tu mano, cuando estoy acostada detrás de ti y te miró a través de tu nuca. Me doy cuenta que me estoy abandonando, entonces siento pudor.